*Foto de Brahim Dahan en sus actividades en Suecia, noviembre 2011
*Foto: Fpolisario Trece Congreso
Según los saharauis, ocurrió unas semanas antes de las revueltas en El Aaiún cuando organizaron el campamento de Gdeim Izik
Dicen  en Tifariti, la ciudad saharaui en mitad del desierto que fue arrasada  en 1991 por los bombardeos marroquíes previos al alto el fuego, que si  la "primavera árabe" nació en Túnez cuando un joven tunecino se quemó a  lo bonzo en protesta contra las políticas de Ben Ali, entonces hubo un  "otoño árabe".
Ocurrió  unas semanas antes en El Aaiún, cuando los saharauis organizaron el  campamento de Gdeim Izik. Aquella forma de protestar plantando una  tienda de campaña la vimos después en la plaza de Tahrir en Egipto, o en  la puerta del Sol y otras plazas por toda España. De aquella protesta  se ha hablado mucho estos días durante el XIII congreso nacional del  Frente Polisario, al que por primera vez asisten representantes  saharauis en los territorios ocupados, como El Aaiun.
De  allí es Hmad Hamad, de 52 años que define la situación en su ciudad  como un infierno, por la represión constante de las autoridades  marroquíes, y pide el envío de una misión internacional de observación  de los Derechos Humanos. Comprende a los jóvenes saharauis que apuestan  por volver a las armas porque "han sufrido torturas o han visto como  violaban a sus hermanas", pero al mismo tiempo reconoce estar haciendo  "todo lo posible" para que no pidan lo que ellos llevan rechazando 37  años. Brahim Danahe también viene de El Aaiún y también era joven la  primera vez que terminó en la cárcel. Ahora tiene 46 y tampoco ve clara  la opción bélica: "no se puede tomar esa decisión en torno a una bandeja  de té. Espero que no se llegue a eso, porque la mayoría de esos  jóvenes, y otra gente que se pone nerviosa, olvidan lo que es la guerra.  La guerra es la guerra".
Brahim  prefiere protestas como la de aquel campamento de hace un año, porque a  pesar de las consecuencias negativas que ha tenido, "nos han prohibido  montar jaimas, no podemos ir al mar, o al desierto y acampar, han tocado  una parte fundamental de nuestra cultura, la jaima", las positivas  pesan más: "ha aumentado la concienciación colectiva saharaui de que hay  que trabajar más duro para buscar un Estado libre e independiente".
A  él no le hacía falta más conciencia. Ahora sabe que a su vuelta a El  Aaiún, tras este congreso, puede tener problemas, quizá un arresto:  "Todo puede pasar, pero no importa". Ya no le importa porque como él  mismo añade: "He renunciado a cosas como una casa, un matrimonio, una  vida normal como todo el mundo. Ya no me voy a volver joven, ni voy a  recuperar mi sueño. Así que voy a seguir en la lucha. A ver si otras  generaciones pueden evitarlo, porque yo ya no tengo mucho más que  perder".


No hay comentarios:
Publicar un comentario