18 de diciembre de 2012
Diciembre de 2012 será recordado en los manuales de
Relaciones Internacionales como el mes en el que la utopía ganó al realismo
político. Es de remarcar, no sólo por las consecuencias futuras de las
poblaciones concernidas sino también porque David vence poco a
Goliat.
Palestina emprende ahora el camino que hace algo más
de una década comenzaran los timorenses. Cuando alcanzaron la independencia
después de dos décadas y media de ocupación extranjera. En esa cola que espera
por acceder al numeroso, aunque selecto, club de Estados Soberanos el siguiente
en la fila parece ser el Sáhara Occidental.
A pesar de los paralelismos entre los tres, los casos
que mayor similitud guardan son los de Timor Oriental y el Sáhara
Occidental.
Descolonización inconclusa y Guerra
Fría.
España y Portugal han mantenido durante su historia
muchos puntos de encuentro. A partir de 1945 ambas, como también hiciese
Francia, pusieron en práctica políticas de“maquillaje”, y tratando de evitar las
presiones de las Naciones Unidas para que iniciasen procesos de
autodeterminación de los territorios que aún controlaba llegaron incluso a dar
estatus de provincia a sus colonias.
En ese largo camino histórico en común, 1975 marcó un
punto decisivo para la península Ibérica. Portugal, con su Revolución de los
Claveles, había puesto punto final un año antes a la dictadura de Salazar y se
disponía a liquidar su imperio colonial. En España el régimen franquista se
acercaba a sus últimas horas, pero al contrario de los lusos los españoles no
habían prestado demasiada atención a la cuestión del Sahara Occidental (entonces
la 53ª provincia española) hasta que el rey de Marruecos Hassan II decidió
desplegar la “marcha verde”,enseñando así al mundo su intención de hacerse con
el control del territorio.
Un mes más tarde de la “marcha verde”, en Diciembre
de 1975, al otro lado del globo los habitantes de Timor Oriental vieron como su
proceso de autodeterminación se veía truncado por la invasión del territorio por
las fuerzas armadas de Indonesia. La comunidad internacional no pareció darle
demasiada importancia a aquel gesto. La Guerra Fría volcaba los intereses de los
líderes de ambos bandos en granjearse el apoyo de los nuevos territorios
independientes que nacían. Aquella rivalidad mostró su cara más sangrienta en
las guerras civiles que surgieron en Angola y Mozambique y que terminaron por
implicar a países próximos como Sudáfrica o el Congo, y a otros tan distantes
como Cuba.
En ese contexto no resulta difícil imaginar que el
control por parte de Indonesia sobre Timor Este, y sobre el Sahara por parte de
Marruecos y de Mauritania (quien pronto abandonaría sus pretensiones) fue
interpretado más como un alivio que como una complicación. Sin embargo, tanto
Timor como el Sahara se mantuvieron como ejemplos de la violación de los
preceptos del Derecho Internacional Público sobre los que las potencias, con las
Naciones Unidas como faro, habían construido la realidad del sistema
internacional.
Independencia vs. hechos
consumados.
En este juego de paralelismos históricos, 1991 marcó
el segundo punto de referencia en la evolución de los destinos del Sahara
Occidental y de Timor Oriental. En el primero, Marruecos y el frente POLISARIO
firmaron unos acuerdos de paz que pusieron fin a los enfrentamientos armados que
duraban desde 1976. En el segundo, la matanza a manos del ejército indonesio de
más de 200 personas el 12 de Noviembre en el cementerio de Santa Cruz en Dili
desencadenó los acontecimientos que sellarían su destino. Aquella masacre puso a
Timor en la agenda política internacional. Los muertos y desaparecidos
incrementaron la presión y el interés mundial por lo que allí pasaba. Lo que
hasta entonces había sido considerado como un conflicto olvidado volvió a la
primera plana de todos los periódicos. Las tropelías del ejército indonesio
quedaron de manifiesto cuando los medios internacionales decidieron poner el
foco en aquella pequeña isla del sudeste asiático. La críticas sobre Yakarta
aumentaron, se convocaron actos de protesta en países como Australia (hasta
entonces firme defensor de los postulados indonesios) y en Portugal, la antigua
metrópoli hubo una movilización social como nunca antes se había producido. En
1996 dos líderes de la lucha por la independencia, Jose Ramos Horta y el Obispo
Ximenes Belo ganaron el premio Nobel de la Paz, en lo que fue un reconocimiento
a su lucha y un revés para las intenciones de Yakarta.
Timor finalmente accedió a su independencia en 1999,
cuando el 80% de la población votó por la autodeterminación, ingresando en 2002
en Naciones Unidas como Estado Soberano. Un camino no exento de piedras, con
reacciones violentas de las facciones indonesias residentes en Timor y con la
dificultad añadida de censar y llegar a un acuerdo sobre la población con
derecho a votar.
Ese mismo punto parece insalvable en los diálogos
establecidos entre Marruecos y el Frente POLISARIO. Sin embargo y a pesar de la
incredulidad de muchos y las críticas de no pocos Timor es el ejemplo de
eficacia en la labor de las Naciones Unidas.
El Sahara Occidental aún espera y anhela, esa
autodeterminación. El conflicto vuelve cíclicamente a la actualidad al ser uno
de los principales escollos en las relaciones entre Marruecos (potencia ocupante
de facto) y España. El reconocimiento, hace unos días, por parte del Parlamento
de Suecia en la necesidad de avanzar en la vía de la estatalidad para el
contencioso saharaui y para población que se arrastra desde hace 35 años lo ha
puesto momentáneamente en el foco de atención. Aún así, poco hace presagiar una
resolución del conflicto en 2012 y quien sabe si en esta década. La presencia de
Marruecos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro no
permanente para el período 2012-2013 no será con seguridad de ayuda para los
partidarios de la auto-deterrminación del pueblo saharaui. Ello a pesar de haber
votado positivamente a favor de la candidatura de Palestina como Estado Miembro
Observador el pasado 29 de Noviembre.
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