En un extenso informe presentado en Rabat, ha destacado que "la ofensiva no se hizo con el tiempo suficiente para que la población comprendiera lo que estaba ocurriendo y se preparara para partir".
Agencia EFE.
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El documento, realizado por un comité de investigación establecido por esa ONG, ha agregado que "no se adoptaron medidas especiales para evacuar a los ancianos, las mujeres embarazadas, los niños y las personas discapacitadas". El informe también ha apuntado que las autoridades "provocaron a una parte de la población de El Aaiún para que ejerciera una especie de castigo colectivo contra otros residentes en barrios como el de Colomina Nueva", habitado por una mayoría saharaui.
Según sus investigaciones, las fuerzas de seguridad "renunciaron a su responsabilidad de proteger las propiedades del Estado y de los ciudadanos a través de su ausencia casi total de El Aaiún la mañana del desmantelamiento, y al alentar a algunas personas a destruir el interior de algunas casas esa tarde". El informe registra que el desalojo el 8 de noviembre y los disturbios posteriores fueron acompañados de graves violaciones de los derechos humanos, que llevaron a la muerte de 13 personas (11 agentes y dos civiles saharauis), un caso de aborto, detenciones arbitrarias e ilegales y torturas a los detenidos.
Restricciones.
La AMDH ha recomendado por ello la apertura de "una investigación neutral y objetiva para determinar las responsabilidades con la aplicación de la Justicia y la activación del principio de no impunidad para los responsables". La misma fuente ha confirmado que las autoridades "hicieron restricciones" sobre el derecho de acceso a la información mediante el bloqueo del desplazamiento a El Aaiún a algunos medios de comunicación nacionales e internacionales y a algunos representantes de asociaciones de derechos humanos.
La AMDH, una de las asociaciones más críticas con el poder en el reino alauí, ha añadido que las restricciones afectaron también a la entrada al Hospital Militar de la ciudad, algo considerado por la ONG como "esencial para averiguar el nivel de la violencia ejecutada sobre los manifestantes". El informe ha lamentado además "el deterioro" de la situación de los derechos humanos en el Sahara Occidental, que se caracteriza, a su juicio, por la restricción sistemática a la libertad de opinión y de expresión, la prohibición de protestas pacíficas y la falta de reconocimiento legal de las asociaciones saharauis".
La AMDH ha recordado que el campamento de Gdaim Izik empezó como un agrupamiento de pocas jaimas (tiendas nómadas) desde mediados de octubre a las afueras de El Aaiún como medida de reivindicar mejoras socioeconómicas, y creció con el tiempo hasta llegar a alcanzar las 20.000 personas. En la mañana del 8 de noviembre, después de varias rondas de negociaciones entres las autoridades y los representantes del campamento, las fuerzas del orden intervinieron para desmantelarlo, en una operación que desencadenó los mayores altercados en la ex colonia española en casi dos décadas.
Según sus investigaciones, las fuerzas de seguridad "renunciaron a su responsabilidad de proteger las propiedades del Estado y de los ciudadanos a través de su ausencia casi total de El Aaiún la mañana del desmantelamiento, y al alentar a algunas personas a destruir el interior de algunas casas esa tarde". El informe registra que el desalojo el 8 de noviembre y los disturbios posteriores fueron acompañados de graves violaciones de los derechos humanos, que llevaron a la muerte de 13 personas (11 agentes y dos civiles saharauis), un caso de aborto, detenciones arbitrarias e ilegales y torturas a los detenidos.
Restricciones.
La AMDH ha recomendado por ello la apertura de "una investigación neutral y objetiva para determinar las responsabilidades con la aplicación de la Justicia y la activación del principio de no impunidad para los responsables". La misma fuente ha confirmado que las autoridades "hicieron restricciones" sobre el derecho de acceso a la información mediante el bloqueo del desplazamiento a El Aaiún a algunos medios de comunicación nacionales e internacionales y a algunos representantes de asociaciones de derechos humanos.
La AMDH, una de las asociaciones más críticas con el poder en el reino alauí, ha añadido que las restricciones afectaron también a la entrada al Hospital Militar de la ciudad, algo considerado por la ONG como "esencial para averiguar el nivel de la violencia ejecutada sobre los manifestantes". El informe ha lamentado además "el deterioro" de la situación de los derechos humanos en el Sahara Occidental, que se caracteriza, a su juicio, por la restricción sistemática a la libertad de opinión y de expresión, la prohibición de protestas pacíficas y la falta de reconocimiento legal de las asociaciones saharauis".
La AMDH ha recordado que el campamento de Gdaim Izik empezó como un agrupamiento de pocas jaimas (tiendas nómadas) desde mediados de octubre a las afueras de El Aaiún como medida de reivindicar mejoras socioeconómicas, y creció con el tiempo hasta llegar a alcanzar las 20.000 personas. En la mañana del 8 de noviembre, después de varias rondas de negociaciones entres las autoridades y los representantes del campamento, las fuerzas del orden intervinieron para desmantelarlo, en una operación que desencadenó los mayores altercados en la ex colonia española en casi dos décadas.
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