En las calles principales de Santa Cruz de Tenerife, donde los transeúntes pasean atareadas con sus bolsas llenas de compras navideñas, un grupo de personas exigían ser mirados y escuchados en su reivindicación teatral en apoyo al pueblo saharaui.
Se escenificó en un pasacalles la firma de acuerdo económico entre Zapatero, Sarkozy (el presidente de Francia) y Mohamed VI (el rey de Marruecos), con el beneplácito de la ministra Trinidad Jiménez, mientras ignoraban o se bufaban del genocidio al pueblo saharaui que se representaba a unos metros de ellos.
Se caricaturizó a estos dirigentes volcados en muestras de afecto y concordia entre ellos, con brindis con champán incluido, siempre acabando cualquier frase con un “Marruecos es democracia” que hacía dolor los oídos de cualquier cabeza con conciencia.
Gobernantes repartiéndose ganancias, policía marroquí reprimiendo, asesinando, saharauis muertos, prensa entrevistando a los mandatarios de espalda al pueblo, y como cierre de escena, dos vendedoras de tomates marroquíes que ofrecían esta mercancía recordando a quienes se les acercaban que se trataba de piezas únicas en el mundo porque venían aderezados con la sangre de todo un pueblo que sigue muriendo ante la indiferencia de la comunidad internacional, el pueblo saharaui.
[Galería de imágenes]
Se escenificó en un pasacalles la firma de acuerdo económico entre Zapatero, Sarkozy (el presidente de Francia) y Mohamed VI (el rey de Marruecos), con el beneplácito de la ministra Trinidad Jiménez, mientras ignoraban o se bufaban del genocidio al pueblo saharaui que se representaba a unos metros de ellos.
Se caricaturizó a estos dirigentes volcados en muestras de afecto y concordia entre ellos, con brindis con champán incluido, siempre acabando cualquier frase con un “Marruecos es democracia” que hacía dolor los oídos de cualquier cabeza con conciencia.
Gobernantes repartiéndose ganancias, policía marroquí reprimiendo, asesinando, saharauis muertos, prensa entrevistando a los mandatarios de espalda al pueblo, y como cierre de escena, dos vendedoras de tomates marroquíes que ofrecían esta mercancía recordando a quienes se les acercaban que se trataba de piezas únicas en el mundo porque venían aderezados con la sangre de todo un pueblo que sigue muriendo ante la indiferencia de la comunidad internacional, el pueblo saharaui.
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