Dos observadores internacionales quieren enviar una 
camiseta del club a un saharaui condenado a cadena 
perpetua
JAVIER ORTIZ DE LAZCANO | .- CANAL ATHLETIC- 18 de 
marzo de 2013
El Tribunal Militar Permanente de Rabat dictó una de 
las más duras sentencias de su historia el pasado 19 de febrero. Veinticuatro 
activistas saharauis fueron condenados. La mayoría a 20 años de cárcel. Nueve, a 
cadena perpetua. Entre los últimos estaba Abdeljalil Larusi, taxista de 34 años 
de El Aaiún, seguidor del Athletic y a quien las autoridades marroquíes habían 
impedido registrar una peña del equipo bilbaíno en la capital del Sáhara 
Occidental. Hubiera sido la primera agrupación rojiblanca en una ciudad africana 
que no sean las españolas Ceuta y Melilla. Larusi es un activista saharaui en 
favor de los derechos humanos y formó parte de uno de los comités en los que 
estaba organizado el campamento de Gdeim Izik, que fue desmantelado 
violentamente por el Ejército y la Policía marroquíes el 8 de noviembre de 
2010.
El asentamiento, que reunió a 20.000 saharauis, se 
levantó a unos 15 
kilómetros  de El Aaiún para reclamar mejores condiciones 
económicas y sociales a Marruecos. Los activistas denuncian que en su desalojo 
hubo dos muertos entre los suyos, uno de ellos un niño de 14 años. Por parte de 
los marroquíes hubo al menos tres fallecidos, pero, según observadores 
internacionales, su Gobierno hace variar la cifra una y otra vez. Larusi fue 
detenido el 12 de noviembre de 2010 en Bojador (Sahara Occidental), acusado de 
haber participado en los altercados. Según las asociaciones de derechos humanos 
saharauis, fue sometido a diversas formas de tortura psicológica y física, 
desnudado y esposado con los ojos vendados durante más de cuatro días y colgado 
de un palo suspendido en el aire. Además, denuncian, sufrió golpes en todo su 
cuerpo, le aplicaron descargas eléctricas, le arrancaron el pelo y amenazaron 
con violarle y traer a su esposa para violarla delante de 
él.
Juan Soroeta, profesor de Derecho Internacional en la 
facultad de Derecho de la UPV de San Sebastián, y Arantza Chacón, jurista 
vitoriana que trabaja en cooperación internacional, acudieron al juicio como 
miembros de la Asociación Internacional para la Observación de los Derechos 
Humanos. «No existe prueba alguna que vincule a los acusados con las supuestas 
víctimas (entre 9 y 23 según las cifras manejadas por el propio Gobierno 
marroquí a lo largo del proceso), de las que ni siquiera se practicaron 
autopsias, no hay armas, no hay huellas, no se confiscaron los vehículos con los 
que supuestamente atropellaron a las fuerzas del orden, no hay vídeo concluyente 
alguno. Nada que explique quién asesino a quién, en qué circunstancias, a qué 
hora, de qué forma, atropellados o con armas blancas», escribieron en 'El Diario 
Vasco'.
Discriminación
Hubo un momento del juicio que llamó la atención de 
Soroeta y Chacón. Larusi testificaba ante el tribunal y quería poner en 
evidencia que en El Aaiún el Gobierno marroquí no respetaba sus derechos 
individuales. «Soy seguidor del Athletic. Un grupo de personas quisimos hacer 
una peña de ese equipo en El Aaiún. Todo iba bien hasta que llevamos los nombres 
al registro y apareció el mío entre las firmas. Ése fue motivo suficiente para 
que se rechazara la inscripción de la peña. Es un ejemplo más de la 
discriminación que sufrimos», explicó.
Para Soroeta y Chacón lo cotidiano de ese episodio 
simboliza la falta de derechos civiles de los saharauis. Ahora se han marcado 
como objetivo hacerse con una camiseta del Athletic que firmen los jugadores de 
la primera plantilla para entregársela a Larusi en la prisión de Rabat. «Será 
una sorpresa. Queremos darle una pequeña alegría, sacarle una pequeña sonrisa», 
relatan.
El 17 de febrero fue condenado a cadena perpetua. 
Como el resto de activistas de derechos humanos saharauis proclamó ante el 
tribunal que su lucha es pacífica y denunció que no le estaban juzgando a él 
sino al pueblo saharaui. Abdeljalil Larusi es padre de dos niños y en estos 
momentos cumple condena en la cárcel de Sale (Rabat).
El Tribunal Militar Permanente de Rabat dictó una de 
las más duras sentencias de su historia el pasado 19 de febrero. Veinticuatro 
activistas saharauis fueron condenados. La mayoría a 20 años de cárcel. Nueve, a 
cadena perpetua. Entre los últimos estaba Abdeljalil Larusi, taxista de 34 años 
de El Aaiún, seguidor del Athletic y a quien las autoridades marroquíes habían 
impedido registrar una peña del equipo bilbaíno en la capital del Sáhara 
Occidental. Hubiera sido la primera agrupación rojiblanca en una ciudad africana 
que no sean las españolas Ceuta y Melilla. Larusi es un activista saharaui en 
favor de los derechos humanos y formó parte de uno de los comités en los que 
estaba organizado el campamento de Gdeim Izik, que fue desmantelado 
violentamente por el Ejército y la Policía marroquíes el 8 de noviembre de 
2010.
El asentamiento, que reunió a 20.000 saharauis, se 
levantó a unos 15 
kilómetros  de El Aaiún para reclamar mejores condiciones 
económicas y sociales a Marruecos. Los activistas denuncian que en su desalojo 
hubo dos muertos entre los suyos, uno de ellos un niño de 14 años. Por parte de 
los marroquíes hubo al menos tres fallecidos, pero, según observadores 
internacionales, su Gobierno hace variar la cifra una y otra vez. Larusi fue 
detenido el 12 de noviembre de 2010 en Bojador (Sahara Occidental), acusado de 
haber participado en los altercados. Según las asociaciones de derechos humanos 
saharauis, fue sometido a diversas formas de tortura psicológica y física, 
desnudado y esposado con los ojos vendados durante más de cuatro días y colgado 
de un palo suspendido en el aire. Además, denuncian, sufrió golpes en todo su 
cuerpo, le aplicaron descargas eléctricas, le arrancaron el pelo y amenazaron 
con violarle y traer a su esposa para violarla delante de 
él.
Juan Soroeta, profesor de Derecho Internacional en la 
facultad de Derecho de la UPV de San Sebastián, y Arantza Chacón, jurista 
vitoriana que trabaja en cooperación internacional, acudieron al juicio como 
miembros de la Asociación Internacional para la Observación de los Derechos 
Humanos. «No existe prueba alguna que vincule a los acusados con las supuestas 
víctimas (entre 9 y 23 según las cifras manejadas por el propio Gobierno 
marroquí a lo largo del proceso), de las que ni siquiera se practicaron 
autopsias, no hay armas, no hay huellas, no se confiscaron los vehículos con los 
que supuestamente atropellaron a las fuerzas del orden, no hay vídeo concluyente 
alguno. Nada que explique quién asesino a quién, en qué circunstancias, a qué 
hora, de qué forma, atropellados o con armas blancas», escribieron en 'El Diario 
Vasco'.
Discriminación
Hubo un momento del juicio que llamó la atención de 
Soroeta y Chacón. Larusi testificaba ante el tribunal y quería poner en 
evidencia que en El Aaiún el Gobierno marroquí no respetaba sus derechos 
individuales. «Soy seguidor del Athletic. Un grupo de personas quisimos hacer 
una peña de ese equipo en El Aaiún. Todo iba bien hasta que llevamos los nombres 
al registro y apareció el mío entre las firmas. Ése fue motivo suficiente para 
que se rechazara la inscripción de la peña. Es un ejemplo más de la 
discriminación que sufrimos», explicó.
Para Soroeta y Chacón lo cotidiano de ese episodio 
simboliza la falta de derechos civiles de los saharauis. Ahora se han marcado 
como objetivo hacerse con una camiseta del Athletic que firmen los jugadores de 
la primera plantilla para entregársela a Larusi en la prisión de Rabat. «Será 
una sorpresa. Queremos darle una pequeña alegría, sacarle una pequeña sonrisa», 
relatan.
El 17 de febrero fue condenado a cadena perpetua. 
Como el resto de activistas de derechos humanos saharauis proclamó ante el 
tribunal que su lucha es pacífica y denunció que no le estaban juzgando a él 
sino al pueblo saharaui. Abdeljalil Larusi es padre de dos niños y en estos 
momentos cumple condena en la cárcel de Sale (Rabat).
Desmantelamiento
Policía y Ejército: Marruecos desalojó de forma 
violenta el asentamiento de Gdeim Izik, en el que vivían 20.000 saharauis. 
Murieron dos, uno de ellos menor. Ebn la parte marroquí hubo tres fallecidos, 
pero el Gobierno cambia la cifra una y otra vez.
Maltrato a Larusi
Antes de la condena: Según las asociaciones 
humanitarias saharauis, Larusi fue torturado física y psicológicamente. Le 
vendaron los ojos y le mantuvieron colgado de un palo durante cuatro días.

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