Forjó su rebeldía durante la
intifada de 2005, cuando las protestas por el traslado de un preso político
saharaui a otra cárcel desembocaron en un incremento de la represión en los
territorios ocupados. Hoy, Hassanna Aalia (El Aaiún, 1988) vive pendiente de
una orden de búsqueda y captura del gobierno marroquí. Su delito: participar en
el campamento de la dignidad, en Gdeim Izik, en el otoño de 2010. Desde Bilbao,
donde reside, este activista de la Asociación saharaui de Víctimas de Graves
Violaciones de Derechos Humanos cometidos por Marruecos continúa luchando por
visibilizar el conflicto en el Sahara ocupado.
VIERNES 22 DE JUNIO DE 2012.
Diagonal Asturies: ¿Cómo y por
qué surge el campamento de Gdeim Izik?
Hassanna Aalia: Bueno, antes
de llegar a ese momento pasan muchas cosas. Ya en 2005, en la intifada, muchos
jóvenes fueron desaparecidos, torturados, muchas mujeres violadas, hubo
muertos, muchas personas detenidas y enviadas a la cárcel negra de El Aaiún.
Después de tantos años de represión, tenemos que pensar en distintas formas de
protesta, la gente en los territorios ocupados no tiene muchas maneras de
manifestarse. Se piensa en lo básico: derechos sociales y recursos naturales,
algo que aúna a más gente. Poco a poco hemos ido subiendo nuestra estrategia
reivindicativa. El campamento empezó el 10 de octubre de 2010. Al principio,
con unas pocas taimas, pero fue creciendo día a día, con la llegada de cientos
de personas.
D.A.: ¿cuál fue la respuesta
de las autoridades marroquíes?
H.A.: A las tres semanas la
policía levantó un muro entorno al campamento y cerró la entrada, incluso a los
periodistas. En la carretera que une Gdeim Izik y El Aaiún (15 kilómetros ),
establecieron tres controles. Un día, un coche intentó entrar en el campamento.
Un niño de 14 años, Hamadi Lambarki, [NOTA: el niño asesinado en Gdeim Izik es
Nayem Elgarhi; Hamdi Lembarki fue asesinado en octubre de 2005 en El Aaiun]
resultó muerto, y los demás ocupantes del vehículo heridos. El gobierno y la
policía pensaron que el campamento iba a durar poco tiempo, que la gente se iba
a cansar, pero no, el asentamiento continuó; se establecieron comisiones
organizativas, de limpieza, de salud, de provisiones, de seguridad, etc., y se
llevaron a cabo muchas actividades durante las semanas que duró la protesta.
Gdeim Izik fue algo muy grande, fue la primera vez que muchas personas de los
territorios ocupados vivieron una forma de libertad.
D.A.: ¿Cómo viviste el
ataque al campamento?
H.A.: El 8 de noviembre, a
las 6 de la mañana, con todo el mundo dormido excepto las personas que estaban
de vigilancia, entraron camiones, coches, helicópteros…el ruido era enorme.
Pensamos que solo querían meternos miedo, pero entraron con armas, con chorros
de agua caliente, usaron gas lacrimógeno. Los mayores sacaron a los niños
mientras los jóvenes fueron los encargados de resistir…con lo que hubiera a
mano. Para escapar, la gente recorrió a pie los 15 kilómetros desde
Gdeim Izik a El Aaiún. En la ciudad, al ver el fuego y oír el ruido, pensaron
que todos los que estaban en el campamento habían muerto, y muchas personas en
el Aaiún salieron en una manifestación multitudinaria. Luego entraron en la
ciudad los militares, que pidieron el apoyo de los colonos marroquíes. Unos y
otros entraron en las casas de los saharauis, en sus tiendas, y robaron lo que
pudieron. A las 14:30 ya no había un saharaui en la calle. Se sucedieron los
registros domiciliarios. Esta situación duró cuatro días.
D.A.: ¿Cuáles fueron las
consecuencias tras Gdeim Izik?
H.A.: Un año después, el
ejército aún tenía presencia en la zona, dormía en institutos y colegios, a
modo de cuarteles. Durante meses la policía siguió buscando a activistas
saharauis. Se produjeron detenciones, violaciones, torturas. Más de 140
personas acabaron detenidas en la cárcel negra de El Aaiún. Actualmente 23
activistas siguen detenidos, pendientes de juicio y bajo jurisdicción militar,
en la cárcel de Salé (Rabat).
D.A.: Tú también fuiste
detenido.
H.A.: Ya lo estuve varias
veces entre 2005 y 2010. Dos meses después de Gdeim Izik, pasé cuatro días en
gendarmería. Fui enjuiciado penalmente, acusado de matar a militares, algo
falso. Ante la falta de pruebas me pusieron en libertad condicional. El 13 de
noviembre de 2011, un mes después de llegar a Esukadi, se emitió una orden de
búsqueda y captura contra mí.
D.A.: ¿Te planteaste volver?
H.A.: Sí, yo estaba
dispuesto a volver, pero otros activistas y algunos de los presos con los que
he podido hablar me dicen que si vuelvo me voy directo a la cárcel, y que aquí
puedo hacer más cosas, puedo contar lo que está pasando.
D:A.: ¿Crees que hay un
antes y un después de Gdeim Izik en el Sahara ocupado?
H.A.: Algunos, como Noam
Chomsky, han señalado el campamento de la dignidad como la primera primavera
árabe; yo creo que es una de las historias más grandes de la lucha del pueblo
saharaui. Ver, saber cómo vivió la gente en el campamento…fue algo increíble. A
pesar de que fueron tiempos de terror, de represión, Gdeim Izik fue un revulsivo.
Ahora muchos más jóvenes se han sumado a la lucha. Otro ejemplo: antes, en los
territorios ocupados, muchas manifestaciones duraban un minuto: levantabas una
bandera y ya estaba encima la policía. La gente no lo pensaba, echaba a correr.
Ahora se opone más resistencia. En los territorios ocupados nunca descansaremos
ni perderemos la esperanza.
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