sábado, 23 de junio de 2012

HASSANNA AALIA, ACTIVISTA SAHARAUI. “Gdeim Izik supuso un revulsivo, muchos jóvenes se han sumado a la lucha”



Forjó su rebeldía durante la intifada de 2005, cuando las protestas por el traslado de un preso político saharaui a otra cárcel desembocaron en un incremento de la represión en los territorios ocupados. Hoy, Hassanna Aalia (El Aaiún, 1988) vive pendiente de una orden de búsqueda y captura del gobierno marroquí. Su delito: participar en el campamento de la dignidad, en Gdeim Izik, en el otoño de 2010. Desde Bilbao, donde reside, este activista de la Asociación saharaui de Víctimas de Graves Violaciones de Derechos Humanos cometidos por Marruecos continúa luchando por visibilizar el conflicto en el Sahara ocupado.


VIERNES 22 DE JUNIO DE 2012.

Diagonal Asturies: ¿Cómo y por qué surge el campamento de Gdeim Izik?

Hassanna Aalia: Bueno, antes de llegar a ese momento pasan muchas cosas. Ya en 2005, en la intifada, muchos jóvenes fueron desaparecidos, torturados, muchas mujeres violadas, hubo muertos, muchas personas detenidas y enviadas a la cárcel negra de El Aaiún. Después de tantos años de represión, tenemos que pensar en distintas formas de protesta, la gente en los territorios ocupados no tiene muchas maneras de manifestarse. Se piensa en lo básico: derechos sociales y recursos naturales, algo que aúna a más gente. Poco a poco hemos ido subiendo nuestra estrategia reivindicativa. El campamento empezó el 10 de octubre de 2010. Al principio, con unas pocas taimas, pero fue creciendo día a día, con la llegada de cientos de personas.


D.A.: ¿cuál fue la respuesta de las autoridades marroquíes?

H.A.: A las tres semanas la policía levantó un muro entorno al campamento y cerró la entrada, incluso a los periodistas. En la carretera que une Gdeim Izik y El Aaiún (15 kilómetros), establecieron tres controles. Un día, un coche intentó entrar en el campamento. Un niño de 14 años, Hamadi Lambarki, [NOTA: el niño asesinado en Gdeim Izik es Nayem Elgarhi; Hamdi Lembarki fue asesinado en octubre de 2005 en El Aaiun] resultó muerto, y los demás ocupantes del vehículo heridos. El gobierno y la policía pensaron que el campamento iba a durar poco tiempo, que la gente se iba a cansar, pero no, el asentamiento continuó; se establecieron comisiones organizativas, de limpieza, de salud, de provisiones, de seguridad, etc., y se llevaron a cabo muchas actividades durante las semanas que duró la protesta. Gdeim Izik fue algo muy grande, fue la primera vez que muchas personas de los territorios ocupados vivieron una forma de libertad.


D.A.: ¿Cómo viviste el ataque al campamento?

H.A.: El 8 de noviembre, a las 6 de la mañana, con todo el mundo dormido excepto las personas que estaban de vigilancia, entraron camiones, coches, helicópteros…el ruido era enorme. Pensamos que solo querían meternos miedo, pero entraron con armas, con chorros de agua caliente, usaron gas lacrimógeno. Los mayores sacaron a los niños mientras los jóvenes fueron los encargados de resistir…con lo que hubiera a mano. Para escapar, la gente recorrió a pie los 15 kilómetros desde Gdeim Izik a El Aaiún. En la ciudad, al ver el fuego y oír el ruido, pensaron que todos los que estaban en el campamento habían muerto, y muchas personas en el Aaiún salieron en una manifestación multitudinaria. Luego entraron en la ciudad los militares, que pidieron el apoyo de los colonos marroquíes. Unos y otros entraron en las casas de los saharauis, en sus tiendas, y robaron lo que pudieron. A las 14:30 ya no había un saharaui en la calle. Se sucedieron los registros domiciliarios. Esta situación duró cuatro días.


D.A.: ¿Cuáles fueron las consecuencias tras Gdeim Izik?

H.A.: Un año después, el ejército aún tenía presencia en la zona, dormía en institutos y colegios, a modo de cuarteles. Durante meses la policía siguió buscando a activistas saharauis. Se produjeron detenciones, violaciones, torturas. Más de 140 personas acabaron detenidas en la cárcel negra de El Aaiún. Actualmente 23 activistas siguen detenidos, pendientes de juicio y bajo jurisdicción militar, en la cárcel de Salé (Rabat).


D.A.: Tú también fuiste detenido.

H.A.: Ya lo estuve varias veces entre 2005 y 2010. Dos meses después de Gdeim Izik, pasé cuatro días en gendarmería. Fui enjuiciado penalmente, acusado de matar a militares, algo falso. Ante la falta de pruebas me pusieron en libertad condicional. El 13 de noviembre de 2011, un mes después de llegar a Esukadi, se emitió una orden de búsqueda y captura contra mí.


D.A.: ¿Te planteaste volver?

H.A.: Sí, yo estaba dispuesto a volver, pero otros activistas y algunos de los presos con los que he podido hablar me dicen que si vuelvo me voy directo a la cárcel, y que aquí puedo hacer más cosas, puedo contar lo que está pasando.


D:A.: ¿Crees que hay un antes y un después de Gdeim Izik en el Sahara ocupado?

H.A.: Algunos, como Noam Chomsky, han señalado el campamento de la dignidad como la primera primavera árabe; yo creo que es una de las historias más grandes de la lucha del pueblo saharaui. Ver, saber cómo vivió la gente en el campamento…fue algo increíble. A pesar de que fueron tiempos de terror, de represión, Gdeim Izik fue un revulsivo. Ahora muchos más jóvenes se han sumado a la lucha. Otro ejemplo: antes, en los territorios ocupados, muchas manifestaciones duraban un minuto: levantabas una bandera y ya estaba encima la policía. La gente no lo pensaba, echaba a correr. Ahora se opone más resistencia. En los territorios ocupados nunca descansaremos ni perderemos la esperanza.

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