«Si España no le da asilo, no creo que vuelva a ver a mi hijo»
Mariam —nombre ficticio por miedo a posibles represalias— espera en casa de unos amigos saharauis el permiso de la Policía para poder ver a su único hijo, Abdslam, de 24 años. Es uno de los jóvenes que se encuentra retenido en el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de El Matorral tras haber llegado en patera hace cinco días a Fuerteventura. Él, al igual que el resto de los saharauis que viajaban en la embarcación, ha solicitado asilo político alegando persecución de las autoridades marroquíes. La mujer sabe que si su hijo vuelve a Marruecos «lo matarán o lo encerrarán», en el mejor de los casos. Está segura: «No volveré a verlo».Desde el desmantelamiento del campamento Gdeim Izik, en el que se habían concentrado más de 20.000 personas como protesta por el trato discriminatorio del Gobierno marroquí, no ve a su hijo. Los dos formaron parte de la manifestación más importante realizada por los saharauis desde que España abandonó la zona en 1975. «No teníamos nada, vivíamos de la caridad de los parientes. Mi hijo estaba cansado de pedir trabajo y no recibirlo por no ser marroquí», justifica esta mujer.
Han pasado dos meses desde que ambos consiguieron huir tras los disturbios en Gdeim Izik. Ella se refugió unos días en Tarfaya, hasta que pudo regresar a su casa en El Aaiún. Su hijo no corrió la misma suerte y ha permanecido escondido hasta que una patera lo trajo a Canarias. La Policía lo busca desde entonces por quemar una bandera marroquí y mostrar la saharaui ante los medios de comunicación extranjeros.
El día después de los incidentes en el campamento, Abdslam telefoneó a su madre para comunicarle la intención de huir. «Me dijo que tenía que salir del país, a Tinduf o a Canarias. Le supliqué que no cogiera una patera, pero me contestó que prefería ahogarse antes que ser detenido por los marroquíes», comenta. El viernes pasado, unos conocidos de Mariam reconocieron a Abdslam por internet y le comunicaron que su hijo era uno de los saharauis que habían llegado en patera a Fuerteventura. No tardó en trasladarse desde Gran Canaria, donde se encontraba esperando para una revisión médica, hasta Fuerteventura, con la única intención de ver a su hijo o, al menos, tener noticias de él.
Entre té y té y rodeada de unos jóvenes saharauis que la han acogido en la isla, se atemoriza al pensar qué le podría pasar a su hijo si, finalmente, el Gobierno español deniega el asilo. «No volvería a verlo, lo matarían o lo harían desaparecer y no sabría más de él», lamenta mientras se echa las manos al cuello.
Dos heridos
Su rostro no oculta el estado de preocupación que vive desde hace dos meses. Desconoce el estado de salud de Abdslam y le inquieta que pueda estar enfermo. Las noticias corren como la pólvora entre la comunidad canaria de saharauis y por ellos ha sabido que dos de los retenidos están heridos, uno de ellos con un brazo roto y el otro con una herida de bala en una pierna. «No sé cómo está mi hijo. No he podido hablar con él y estoy a la espera de que me dejen entrar al centro», explica.
En principio, tiene autorización para visitar hoy a su hijo. La cara de Mariam cambia cuando se le pregunta que hará si Abdslam obtiene el asilo. No duda en responder: «Me vendré a España para estar juntos».
Fuente: ABC.es
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