lunes, 10 de enero de 2011

"Pagaba 600 euros o entregaba mi vida"

Un tono, dos tonos, tres tonos, cuatro tonos. Contestan. A un lado del teléfono GuinGuinBali, al otro, un fugitivo saharaui que permanece escondido en una isla canaria tras arribar el pasado miércoles a Fuerteventura en una lancha neumática. Está con un amigo en una pequeña habitación que han conseguido. Ambos corrieron como alma que lleva el diablo cuando la lancha tocó tierra. Ante los gritos de sus compañeros, pidiéndoles que no corrieran, que se quedaran, que siguieran el plan previsto, contestaron con más zancadas y en diez minutos habían desaparecido. Cuando llegó la policía, faltaban, al menos, dos de los saharauis que arribaron minutos antes.
Se llama Hamad y tiene 25 años. Antes de montar en lancha, recorrió un trecho de desierto a pie y luego un coche lo trasladó hasta la Playa Negra, cerca de El Aaiún. Antes aún, y durante “un mes y veinte días”, ha estado escondido en las cercanías de la capital del Sahara Occidental. Espantado por la policía marroquí y por los colonos que vigilan las calles ha llegado a las costas canarias. Espantado con el hecho de que la policía española lo pueda repatriar ha corrido hasta un habitáculo en el que ahora está y desde el que concede esta entrevista.
¿Dónde estaba antes de partir la madrugada del cinco de enero?
Escondido en una jaima. Cerca de El Aaiún. Hay muchos jóvenes que están escondidos y que no pueden salir. Sólo hombres, van a cazar a los hombres jóvenes.
¿Quién?
La policía de Marruecos. Y los colonos chivatos. Tumban las puertas con las piernas, con patadas y entran en las casas. Rompen todo y si no encuentran el hombre que buscan, dan golpes y patadas a los familiares y le preguntan que dónde están con más golpes.
¿Estuvo usted en Gdeim Izik?
Sí, estaba en Gdeim Izik. Claro. Todos los saharauis estábamos en el campamento. La policía tiene que tener fotos mías, porque cuando atacaron y quemaron las jaimas di veinte viajes con un coche para llevar a muchas personas mayores que no podían correr y casi ni caminar. Señoras  de 70 y 80 años que estaban tiradas sin que nadie les ayudara. Un helicóptero nos grababa. Apuntaron la matrícula de mi coche y fueron a mi casa a buscarme, pero ya me había escapado.
Estando persguido y en busca y captura, ¿Cómo consigue llegar a la Playa Negra para tomar la neumática que les llevó a Fuerteventura?
Buscamos un camino por el desierto. Luego un coche con saharauis nos llevó hasta la Playa Negra. Bueno, eran dos que llevaban a todos los que íbamos a salir en la lancha. Íbamos escondidos y con varias personas encima de nosotros.
¿Cuánto pagaron por salir del Sahara Occidental?
600 euros. Pagando 600 euros seguimos vivos. Allí no era seguro que íbamos a seguir vivos. Muchos compañeros están en la cárcel negra o en Rabat y están siendo golpeados. ¿Sabes cuando abres una lata de sardinas? Así están en la cárcel negra. No se puede respirar y no quiero estar allí. Mi familia consiguió el dinero para que yo saliera y ya puedo estar tranquilo. Por eso no esperé con mis compañeros en la playa cuando llegamos, no podía dejar que me mandasen otra vez al Sahara. Me quieren matar.
Arribaron a Fuerteventura y decidió correr…
Sí, junto a un amigo empezamos a correr. Estuvimos más de media hora corriendo hasta lograr un lugar en el que nos podemos esconder. No hemos hecho ningún daño. Sólo estamos huyendo de la policía de Marruecos.

¿Cuántos de los pasajeros se escaparon de los que llegaron en la lancha?
No lo se. Yo sólo corrí con un amigo, que está conmigo.
Hamad duda sobre qué hacer en los próximos días. Duda si entregarse a la policía y seguir el mismo procedimiento que sus compatriotas y pedir el asilo político. Sin embargo, el temor de ser repatriado y acabar con sus huesos en una cárcel gestionada por Marruecos le empuja a continuar como fugitivo.

http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=3&id=1373

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