Por Alba Villén y Pepe Oropesa Rodríguez / El Aaiún (Sáhara Occidental)
Con una alegría a media asta por el sentimiento de responsabilidad que alberga por el resto de los 22 presos que han sido condenados a penas que oscilan entre los 20 años y la cadena perpetua. Zayou asegura que continuará con la lucha pacífica saharaui con el fin de que se respeten los derechos del pueblo y alcanzar así su libertad.
Periodismo Humano. ¿Cómo fue su detención?
Estaba en el aeropuerto, camino de Las Palmas de Gran Canaria, 14 días después del desmantelamiento de Gdeim Izik y fui arrestado por la gendarmería marroquí durante dos días en sus cuarteles. Tras estos dos primeros días en los que fui interrogado sobre mi relación con el Frente Polisario y mi trabajo en el campo de los derechos humanos, me llevaron en un avión militar a Rabat donde el juez de instrucción encargado del caso de Gdeim Izik me declaró culpable de incitación a la violencia e ideólogo de lo que había ocurrido en El Aaiún en los últimos meses.
Yo no he escondido nunca mi condición de activista por los derechos humanos y civiles de la población saharaui, especialmente desde finales de los años 90 en los que como estudiante llevo una participación muy activa en el mundo estudiantil en las universidades marroquíes. Mi participación en dicho campamento fue únicamente suministrando ayuda humanitaria y organizando todo lo relacionado con ello. Además coordino una asociación de intelectuales saharauis que nunca ha gustado a las autoridades marroquíes. Pero la clave fue una entrevista dada a Al Jazeera el 8 de noviembre, el mismo día del desmantelamiento de Gdeim Izik, en la que expliqué abiertamente la actuación autoritaria de Marruecos, la que me llevó a estar más de dos años en prisión.
P. ¿Cómo ha sido este tiempo de espera?
Nuestra lucha ha sido el resultado de esa llama de esperanza que iniciamos en 2005 con la Intifada pacífica saharaui para romper el bloqueo al que Marruecos nos sometía como seres humanos y como pueblo. Hemos sufrido violaciones, torturas, todo tipo de vejaciones, y todo con la única intención de que abandonemos nuestra causa y debilitar al Frente Polisario. Nuestras condenas han sido unas condenas políticas única y exclusivamente para presionar a los dirigentes del Polisario y conseguir que estos cejen en su empeño de llevar al pueblo saharaui al único fin posible, el de la autodeterminación y la libertad.
P. ¿Lo han conseguido?
De la forma en la que actuó Marruecos con Gdeim Izik, y todo lo que le rodeó, ha conseguido que todos los saharauis, sin excepción alguna e incluyendo a aquellos que se habían postulado al lado de la opción marroquí para controlar las fronteras del Sáhara Occidental, se hayan dado cuenta de que la única opción viable para esta tierra es la libertad y ésta no la ofrece Marruecos. El reino alauita atacó a todos, sin distinciones, en aquellos días. Algunos habían dado abiertamente su opinión favorable a que el Sáhara Occidental fuese controlado por Marruecos como ocurre en la actualidad, pero eso no importó, al igual que en 1975 lo que querían era imponerse por encima de todo aunque por ello se llevasen vidas humanas por delante.
P. ¿Qué siente ahora que está fuera de la cárcel?
Me siento dividido y con un alto cargo de responsabilidad por luchar por los compañeros que aún quedan encarcelados. No sabemos los motivos exactos por los que dos hemos sido puestos en libertad y otros siguen allí. Lo que está claro es que nuestra lucha, y en especial la mía, no termina aquí. Salir de la cárcel no era ni un fin, ni un objetivo logrado, simplemente un paso transitorio para seguir luchando por el único destino del pueblo saharaui, el de ver crecer a las generaciones posteriores en una tierra libre de odio y represión como la cometida actualmente por Marruecos. Como ya digo, mi libertad llegará cuando vea la bandera saharaui en el Sáhara Occidental y a mi pueblo recuperar lo que le arrancaron hace décadas de la forma más cruel y tirana posible.
Si en vez de haber sido liberado hubiese sido condenado a cadena perpetua, como ha ocurrido con otros compañeros, y le hubiesen dejado salir un solo día, ¿qué le había quedado por hacer en esta vida?
Hubiese cogido la bandera del Frente Polisario y marchado a Rabat para ondearla ante el Reino de Marruecos y así volver lo antes posible a la cárcel junto al resto de compañeros y a la lucha pacífica del pueblo saharaui. Ahora me toca estar fuera pero no tardaremos mucho tiempo en idear otras fórmulas similares a Gdeim Izik, y siempre pacíficas, que demuestren al mundo entero nuestra posición y repulsa a las atrocidades del reino marroquí. No podemos olvidar las generaciones que lucharon antes que nosotros y dieron su vida por la patria, recogimos un gran legado que tenemos que mantener por el bien de nuestro futuro.
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