sábado, 30 de abril de 2011

Sáhara Occidental - Una vez más, se oye una voz digna contra la represión y la tortura

El texto que presentamos a continuación procede de una conversación mantenida entre una miembro del Equipo Ajintem y un ciudadano saharaui que fue detenido y torturado en la cárcel de El Aaiún a raíz de los acontecimientos de la instalación del Campamento de Gdeim Izik. A través de sus palabras el preso nos situa en las condiciones carcelarias que viven los saharauis desde su detención hasta el ingreso en la ya conocida internacionalmente como la Cárcel Negra,  y lo más lamentable de esta situación es que también el Gobierno español mira para otro lado cuando se trata de debatir, conocer y denunciar la vulneración de la protección de los derechos humanos en el Sahara Occidental olvidando con ello, su responsabilidad histórica hacia un territorio que fue antigua colonia y en la que aún viven miles de ciudadanos con residencia y nacionalidad española.

Hechos acontecidos en la noche del 9 de noviembre de 2010. EL AAIUN

"El día 9 de noviembre, El Aaiun se encontraba rodeada por todo tipo de policías: secretas, guardia civil,.. y podían observarse locales incendiados,  carreteras cortadas y llenas de piedras, con bancos y viviendas destrozadas.

En la noche del día nueve, Brahim, mi amigo Abdellah y yo fuimos a llevar comida a la familia. De regreso, aproximadamente entre las 10.30 y las 11.00 horas fuimos sorprendidos por soldados que estaban en un lugar escondido; precisamente esperan así a que la gente pase y apresarla. Eran aproximadamente entre 60 y 80 soldados. Nos bajaron del coche, nos quitaron nuestras pertenencias, nuestros teléfonos móviles, nuestro dinero y todo lo que llevábamos encima.

A partir de ese momento comenzó nuestro terror pues mientras unos cuantos nos pegaban, otros fueron a buscar gasolina para quemar el coche en el que nos movilizábamos. Los mismos que quemaban el coche nos preguntaban de forma agresiva, burlona y ofensiva que quién eran los que estában quemando el vehículo, a lo que ellos mismos se contestaban”ustedes” y continuaban golpeándonos de forma brutal confiando que dijéramos que habíamos sido nosotros.

Durante aproximadamente tres horas continuaron los malos tratos y apaleamientos; deseaban con ello que nos inculpáramos y que además, dijéramos que íbamos a incendiar la comisaría. No lo hicimos pues no era la verdad de lo que estaba sucediendo.

Los materiales que utilizaron para golpearnos fueron palos de madera, porras y piedras, alcanzándo algunas de éstas nuestras cabezas y el resto del cuerpo; afortunadamente pudimos cubrir nuestros rostros ante el lanzamiento de dos de ellas de dimensiones desproporcinadas que en el caso de habernos impactado, hoy no podría contar estos lamentables hechos.

Como dije anteriormente, estuvimos recibiendo palizas en el lugar de la detención durante largo tiempo y además, los policías se organizaban por grupos y se alternaban para realizar su tarea represora y humillante.

Después de este tiempo apareció la policía y continuaron los golpes con piedras, palos y porras. Pasó un tiempo prudencial y procedieron a conducirnos hacia la comisaría donde nos recibieron otros policías. Allí comenzaron las torturas físicas y psicológicas. Nos llevaron  a una habitación donde se encontraban aproximadamente 60 personas detenidas, sentadas en el suelo. Tuvimos que sentarnos y con los ojos vendados nos daban con las porras y con los zapatos (las botas de ellos son muy fuertes). Nos decían: “Hijos de putas saharauis, guarros…están viviendo bien y quieren problemas”.

Digan: ”Viva el rey"...y así sin parar...”Todos nos acompañamos en nuestros gritos de dolor y desesperación; nos tuvieron toda la noche sentados en el suelo con las manos levantadas”, cuando los brazos se nos caían por cansancio, nos pegaban más en nuestras espaldas …..(aquí reconozco que tengo que parar mi entrevista pues sus ojos lo dicen todo).

Desde la noche del 9 de noviembre de 2.010 hasta cuatro días después

A partir de aquí, tanto mis compañeros como el que relata estos hechos, seguimos sufriendo torturas durante cuatro interminables días. El viernes, 12 de noviembre, fuimos llevados al juzgado (sobre las 3-4 de la tarde). De allí salimos sobre las 8 de la noche. De forma individual fuimos entrando al juez de investigación (instrucción). Nos decían: “ Han cometido delito de "pertenencia a banda armada, desobediencia a la autoridad, quemar bienes ajenos y otros de similar carácter” A todo ello respondíamos que no teníamos nada que ver… La policía nos hizo firmar por todos estos delitos y siempre bajo tortura.

Cuando regresamos a la cárcel, nos esperan aproximadamente 50 policías, nos dieron patadas, puñetazos, nos escupieron". Para darnos la bienvenida, se distribuyeron en dos filas. Nosotros teníamos que pasar por el medio. Cada uno de ellos nos daba fuerte y teníamos que bajar la cabeza para no mirar quién nos pegaba; no podíamos nunca mirar a nuestro agresor.

Una vez dentro de la cárcel, pasamos a una habitación (espacio de aproximadamente dos metros y medio) nos obligaron a estar uno encima de otros. Después, nos llevan a una habitación donde nos quitan las esposas y nos obligan a desnudarnos; nos obligan a girarnos hacia la pared, nos insultan, nos dicen “maricones...les vamos a follar”.

”Nos comienzan a dar con palos en el trasero y a alguno de mis compañeros les obligaban a abrir sus bocas, les escupían dentro de ellas”… Me cuenta que, destaca, entre ellos, un policía, Mustafa “el pitbull”, apodo por el que se le conoce dentro de la cárcel; de él “recibí un fuerte puñetazo en el cuello" para no olvidar nunca.

Cuando terminan su trabajo con nosotros, nos mandan a vestirnos  y nos obligan a pasar por uno de los callejones de la cárcel;  en este callejón nos esperaban soldados para volver a pegarnos (con porras, patadas, puños,…)todo ello para entrar finalmente en las celdas. Al final de ese callejón estaban las mantas y entrabámomos en las celdas.

Pero desgraciadamente, la historia continúa.


Nota: Los nombres propios de ésta entrevista-diálogo han sido sustituidos por pseudónimos por motivos de seguridad. La comunidad internacional ya sabe, que en el Sáhara y en Marruecos están muriendo ciudadanos saharauis a manos de funconarios del Estado marroquí, y que la tortura y las violaciones de derechos humanos son el pan nuestro de cada día contra un pueblos digno y sus ciudadanos. Algún día, y ojalá sea pronto, los pseudónimos puedan utilizar sus propios nombres sin miedo a las represalias contra ellos mismos pero sobre todo contra sus familias. Que así sea.

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