El joven saharaui Abachikh Hmatou murió en el exilio en
Avignon, el domingo 30 de septiembre, tras haber sufrido un accidente en
motocicleta, fue enterrado en la ciudad de Tan Tan, al norte del Sáhara
Occidental, la mañana del viernes 12 de octubre 2012 y con carácter de
urgencia, a escondidas, sin respeto por los procedimientos religiosos y los
requerimientos familiares pertinentes a una sagrada sepultura.
Según amigos presentes en el lugar, hubo un amplio
despliegue de la policía en toda la ciudad, más de 300 funcionarios, jefes, comandantes
de división y jeques, lo cual fue totalmente anormal y excesiva.
El padre había cedido a la presión de los líderes tribales,
títeres del gobierno marroquí, a fin de que el cuerpo sea enterrado allí tan
rápido.
La maadre del fallecido y una de sus hermanas expresaron su rabia por el abuso de poder que les prohibía enterrar a su
hermano en la ciudad ocupada de El Aaiún
en el Sáhara Occidental, la tierra donde nació, donde vive la familia, y donde
él deseaba volver a vivir el Día de la Independencia.
Gritaron su desafío ante el gobierno colonial expresándoles que
“tienen miedo de un niño muerto”, le
gritaron que era un gran boxeador y había muchos otros como él, demasiado
fuerte y valiente.
Tal dispositivo en torno a un luchador muerto sería risible
si la situación no hubiese sido tan cruel y trágica.
Nada explica la secuencia de acciones y decisiones que se
han sucedido estos días en torno a la voluntad de la familia para llevar
Abachikh al Sáhara Occidental.
Nada justifica la
prohibición de viajar por parte de la Policía
Nacional Francesa a su hermano mayor en el momento del embarque, cuando
había obtenido un salvoconducto a la estación de policía de Avignon, en
nombre
de la República Francesa .
Nada justifica el intento por parte de la policía marroquí
para desposeer a la familia de la responsabilidad de transportar el cuerpo en
una ambulancia desde Agadir a Tan-Tan.
Nada justifica la escolta policial y militar organizada en
gran medida en la noche para acompañar a la ambulancia a Tan Tan desde Agadir para
evitar un supuesto desvío (los restantes 300 km hacia El Aaiún).
En mas de 30 años, ésta es la primera vez que una empresa fúnebre
especializada haya visto esto y sin
tener una palabra de desaprobación e indignación.
Varios integrantes de la familia del difunto, llegados desde
otro país europeo tenían miedo de la amenaza y de la violencia que ejerció
la policía marroquí a su llegada a Marruecos hasta su partida a El Aaiún, y se
encontraron con no poder vivir en paz el momento simbólico del funeral.
La ironía final de este duro episodio, fue evitar que Abachikh
sea enterrado en el día del aniversario del nacimiento del gran campamento de Gdeim
Izik, en la tierra que lo vio nacer.
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