Como
anunciamos ayer, el grupo de activistas prosaharauis formado
por Amancay Villaba, Íñigo Gutiérrez y Adrián Gallero, representantes de CEAS-Sáhara
y Sahara Thawra, se encuentran en la capital marroquí, Rabat, desde ayer
miércoles por la mañana, tras haber sido expulsados el martes por la tarde de
El Aaiún ocupado.
Su objetivo en Rabat es presentar una queja formal en el Consulado español
de la capital marroquí y en la Embajada Española, en la que poder denunciar lo
ocurrido y exigir explicaciones a la delegación diplomática española; denunciando
la impunidad marroquí.
Durante el día de ayer se presenciaron ante el Consulado de España en Rabat
y solicitaron, por escrito, una cita con el Cónsul para trasladarle lo ocurrido
durante su viaje a El Aaiún y su expulsión por parte de la policía marroquí y exponerle
todas sus quejas.
Ese encuentro, en teoría, está programado para hoy, día 8 de noviembre.
Durante su “visita” al consulado, expusieron sus quejas ante los
funcionarios que se encontraban en el mismo, recibiendo nulo interés por las
mismas.
Al conocer su intención de presentar denuncia sobre lo ocurrido en El
Aaiún, ante los Juzgados de Rabat, en el Consulado les aconsejaron, curiosamente, que no es
recomendable que lo hagan ya que “no van a conseguir nada”.
A pesar de ello, nuestros compañeros en Rabat pretenden tramitar esta
denuncia durante el día de hoy.
Durante el día de ayer también se presenciaron ante la embajada española
en Rabat. Una vez en la puerta, les impidieron el paso alegando que para
trámites de ese tipo está el teléfono de emergencias del consulado.
Durante la visita, insistieron en que querían exponer formalmente lo
ocurrido y presentar una queja por la nula implicación de la embajada española
ante su caso y el de todos los españoles expulsados de El Aaiún durante el
martes y el miércoles.
Durante todo el tiempo que estuvieron en la Embajada, los funcionarios
de seguridad no les dejaron pasar el arco de seguridad, donde se encuentra el escáner.
Finalmente accedieron a llamar al teléfono de emergencia del Consulado.
Tras varios minutos al teléfono, consiguieron que les pusieran en
contacto con el Canciller y pudieron mantener una conversación de varios minutos
con el mismo. El Canciller hizo referencia a que se trata de un conflicto político y diplomático
por lo que era extremadamente complicado tratar el tema que le planteaban y que
no podía hacerse cargo de su caso, recomendándoles “volver a casa y hacer las
gestiones desde España, a través del Ministerio de asuntos exteriores, no
desde Rabat; o presenciarse en la Embajada de Marruecos en España”.
El
Canciller les dijo también que ni España ni Marruecos se iban a hacer cargo de los
gastos de la expulsión.
Paralelamente intentaron iniciar cualquier queja formal sobre lo
sucedido, sin permitirles realizarla, alegando que no es el lugar para hacer
algo así.
En el día de hoy, jueves 8 de
Noviembre, los tres compañeros van a seguir intentando, por todos los medios y
ante todas las instancias posibles, exponer el caso de las múltiples
expulsiones por parte de la policía marroquí en El Aaiún, denunciar que la
legislación marroquí no puede ser la que impere en el Territorio de Sahara
Occidental, declarado No Autónomo, por lo que la legislación pertinente debería
de ser la internacional o, en todo caso, la española, que continúa siendo la potencia
administradora de iure; y denunciar la impunidad del Régimen marroquí ante la
violación de Derechos Humanos del Pueblo Saharaui y su convencimiento, por
encima de todo, de que no exista ningún testigo extranjero que pueda dar testimonio
de ello.
Hoy, 8 de noviembre, cuando se
cumplen dos años del brutal desmantelamiento de Gdeim Izik, la situación en la
ciudad ocupada de El Aaiún se repite. Fronteras cerradas a extranjeros y
periodistas, ciudades sitiadas y totalmente militarizadas, declaraciones oficiales
falsas e hipócritas, denuncias desesperadas de saharauis y observadores que no
llegan a los grandes medios de comunicación ni a los políticos responsables…
Está claro que el Régimen marroquí
no quiere testigos de su violenta y represora política contra la población
saharaui y también está claro que la política internacional también mira para
otro lado y continua abandonando e ignorando el grito de un pueblo y su
legítimo derecho a la autodeterminación.
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