HASANNA ALIA, ACTIVISTA SAHARAUI .DEL 'CAMPAMENTO
DIGNIDAD' - REFUGIADO EN BILBAO, HA ELUDIDO DE MOMENTO EL DURÍSIMO CASTIGO DE
JUSTICIA MARROQUI
No abundan en España los refugiados tan jóvenes, y
menos aún los que, a edad tan temprana, ya tienen encima una condena a prisión
de por vida y un largo historial de torturas. Hassana Alia, de 24 años, es uno
de los 25 activistas saharauis que un tribunal militar de Marruecos ha condenado
dos años después del violento desmantelamiento del 'Campamento Dignidad', donde
miles de sus compatriotas pedían libertad para su pueblo. Desde el País Vasco
cuenta que estar en España, y no en la cárcel, le permite luchar por sus
compañeros.
Miguel Ángel Garrosa Interviu; 18 de marzo de
2013
“La condena a cadena perpetua no me duele; me duele
más no poder volver para ver a mis padres y hermanos”, dice Hasanna Alia, desde el 17 de febrero un prófugo
de la justicia para Marruecos. Acaba de ser condenado en rebeldía a pasar toda
su vida entre rejas por participar según la sentencia, en el asesinato de once
policías. Hasanna, que domina el castellano, escuchó el fallo, emitido por un
tribunal militar de Rabat, en una emisora de radio on-line en Bilbao, la ciudad
en la que vive desde hace poco más de un año.
Hasanna es saharaui. Tiene 25 años y una mirada
alegre. Llegó a Euskadi gracias a Itziar Fernández, observadora internacional
para el conflicto del Sáhara Occidental que ayuda a los refugiados saharauis,
entre otras cosas para que aprendan el idioma y puedan contar al mundo lo que
está pasando en un territorio "robado por Marruecos con la connivencia de
España", dice Itziar.
El juicio comenzó el pasado 8 de febrero y se
extendió durante nueve jornadas consecutivas. Veinticinco activistas saharauis
eran acusados de participación en la muerte de once policías marroquíes en 2010,
durante el violento desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik, en las
afueras de El Aaiún, donde unos 20.000 saharauis reclamaban libertad para su
pueblo. Los delitos que, según el tribunal, quedaron probados son "formación de
banda criminal, violencia contra la fuerza pública con resultado de muerte, y
mutilación de cadáveres". Hasanna Alia está en la calle; dos de sus compañeros
también, pues con dos años de prisión preventiva ha cubierto el tiempo de cárcel
a que han sido condenados. Pero el resto, 23 activistas, pasarán mucho tiempo
entre rejas: los que menos, 20 años, si no mueren antes; los que más, lo que les
quede de vida. Los reos oyeron la sentencia en el juzgado ataviados con la
darra, la túnica tradicional saharaui, en señal de
reivindicación.
Hasanna Alia dice que no le asusta que se sepa el
lugar en el que vive. "No me voy a esconder", asegura. Su caso es diferente al
de sus compañeros: "Me detuvo la policía en 2010, en el desalojo del campo de
refugiados. Me juzgaron en dos ocasiones, salí libre, no había ninguna prueba
contra mí; por eso vine a España; incluso me dieron el visado sin problemas.
Ahora me condenan por algo que antes no consideraron que había hecho".
Observadores internacionales, miembros de entidades relacionadas con la
Justicia, siguieron el juicio, en el que pudieron comprobar "la escasa solidez
de las pruebas acusatorias", relata a Interviú el eurodiputado de Izquierda
Unida Willy Meyer. "Ha sido un juicio político en contra de la resistencia
saharaui —añade—. Yo lo he presenciado. Todo es un teatro de Mohamed VI para
intentar escarmentar a la rebelión del Sáhara Occidental. Es al rey marroquí al
que se debería sentar en el banquillo por ocupar violentamente el Sáhara
Occidental".
"QUE ESPAÑA CUMPLA" Meyer no solo es duro con
Marruecos, también lo es con el Gobierno de España: "Se desentienden del Sáhara
como si no fuera con ellos. Los 24 condenados solo han hecho lo que debían,
defender el derecho de autodeterminación de su pueblo". Meyer reclama al
Ejecutivo que administre el proceso de descolonización, como le corresponde por
mandato del Derecho Internacional: "Que tutele al pueblo saharaui y permita que
se celebre el referéndum de autodeterminación". El cometido es sencillo, según
Meyer: "España solo tiene que cumplir con su obligación".
El eurodiputado califica de "pantomima" el juicio
contra Hasanna y otros 24 saharauis: "Marruecos no tiene jurisdicción sobre un
territorio en proceso de descolonización. Se llevaron los presos a Rabat, no
tomaron muestras de ADN, se han basado simplemente en las acusaciones de un
agente marroquí. Han querido dar un escarmiento a los saharauis, pero han
conseguido lo contrario: buena parte de la comunidad europea se ha dado cuenta
de lo que han hecho. Es una sentencia desproporcionada".
La UE tampoco escapa a las críticas de Meyer: "Se
lavan las manos y lanzan la pelota al tejado de la ONU, pero la misión
internacional allí no hace nada, no monitorizan lo que está pasando, no sabemos
bien qué pintan allí; su trabajo es sencillo, velar para que se respeten los
derechos humanos, pero no lo hacen".
Hasanna Alia cree que, con la sentencia, el Gobierno
marroquí quiere "asustar a la gente, demostrar que puede hacer lo que le dé la
gana; quiere hacer ver a la comunidad internacional que los malos somos
nosotros, pero yo me niego". Marruecos podría pedir a España la extradición del
joven saharaui, pero a Hasanna no le preocupa demasiado, sabe que el Gobierno
del PP tiene complicado mover ficha. "El asunto del Sáhara es un caso político,
como el juicio, y no creo que se atrevan a hacerlo. Yo no tengo miedo de que
venga la policía a buscarme. Lo que tenga que pase pasará", dice. Pero su mirada
se empaña cuando se pregunta si volvería a su tierra. Hasanna resopla, coge aire
y sentencia: "Ahora no. Me gustaría ver a mis padres, a mis hermanos, mi gente,
mi país, pero es difícil volver Además, dentro de la cárcel no puedo hacer nada,
pero desde fuera puedo explicar al mundo lo que les pasa a mis compañeros y
luchar por ellos".
ASALTO AL CAMPAMENTO DIGNIDAD
EN OCTUBRE de 2010, el campamento de Gdeim lzik copó
las portadas de la prensa internacional. Miles de saharauis se instalaron a las
afueras de la ciudad de El Aaiún para protestar por la discriminación que
sufrían en los territorios ocupados; por eso, y por algo más. Por primera vez,
los saharauis reclamaban de forma conjunta derechos tan básicos como el empleo o
la vivienda digna. Diversos expertos internacionales sitúan en esa movilización
el inicio de la Primavera Árabe. El intelectual estadounidense Noam Chomsky está
convencido de ello: ese fue el origen de las revueltas árabes, aunque sin el
resultado obtenido en países como Túnez o Egipto. Los saharauis bautizaron a
aquel asentamiento Campamento Dignidad. Marruecos no tardó demasiado en rodearlo
con un muro de arena; el objetivo era claro: "Evitar la presencia de los medios
de comunicación y tener controlados a los que demandaban sus derechos", dice
Hasanna. Tras varios días de negociaciones infructuosas entre el Ministerio del
Interior y el comité de protesta del campamento, la madrugada del 8 de noviembre
de 2010 el Ejército y la policía marroquíes irrumpieron en Gdeim Izik. Hasanna
no puede olvidarlo: “No se me van de la cabeza los llantos de los niños y de los
viejos. Nos atacaron con helicópteros, con gases lacrimógenos, nos defendimos
con lo que teníamos”. Los enfrentamientos dejaron muertos y heridos en los dos
bandos. Es imposible saber el número de fallecidos en un choque que, de facto,
supuso la ruptura del alto el fuego acordado en 1991 entre Marruecos y el Frente
Polisario. Hasanna cuenta que ha sido detenido y torturado en varias ocasiones.
En una de ellas estuvo desaparecido unos días. “No recuerdo cuánto tiempo estuve
detenido”, asegura. El joven saharaui denuncia que, tras el desmantelamiento del
campamento, las autoridades marroquíes hicieron centenares de interrogatorios
con torturas: “Buscaban culpables, a cualquier precio. A algunos compañeros
incluso los violaron con botellas”.
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