lunes, 1 de abril de 2013

Entrevista a Hassana Aalia en la revista Interviu

HASANNA ALIA, ACTIVISTA SAHARAUI .DEL 'CAMPAMENTO DIGNIDAD' - REFUGIADO EN BILBAO, HA ELUDIDO DE MOMENTO EL DURÍSIMO CASTIGO DE JUSTICIA MARROQUI

No abundan en España los refugiados tan jóvenes, y menos aún los que, a edad tan temprana, ya tienen encima una condena a prisión de por vida y un largo historial de torturas. Hassana Alia, de 24 años, es uno de los 25 activistas saharauis que un tribunal militar de Marruecos ha condenado dos años después del violento desmantelamiento del 'Campamento Dignidad', donde miles de sus compatriotas pedían libertad para su pueblo. Desde el País Vasco cuenta que estar en España, y no en la cárcel, le permite luchar por sus compañeros.

Miguel Ángel Garrosa Interviu; 18 de marzo de 2013

“La condena a cadena perpetua no me duele; me duele más no poder volver para ver a mis padres y hermanos”, dice Hasanna Alia, desde el 17 de febrero un prófugo de la justicia para Marruecos. Acaba de ser condenado en rebeldía a pasar toda su vida entre rejas por participar según la sentencia, en el asesinato de once policías. Hasanna, que domina el castellano, escuchó el fallo, emitido por un tribunal militar de Rabat, en una emisora de radio on-line en Bilbao, la ciudad en la que vive desde hace poco más de un año.

Hasanna es saharaui. Tiene 25 años y una mirada alegre. Llegó a Euskadi gracias a Itziar Fernández, observadora internacional para el conflicto del Sáhara Occidental que ayuda a los refugiados saharauis, entre otras cosas para que aprendan el idioma y puedan contar al mundo lo que está pasando en un territorio "robado por Marruecos con la connivencia de España", dice Itziar.

El juicio comenzó el pasado 8 de febrero y se extendió durante nueve jornadas consecutivas. Veinticinco activistas saharauis eran acusados de participación en la muerte de once policías marroquíes en 2010, durante el violento desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik, en las afueras de El Aaiún, donde unos 20.000 saharauis reclamaban libertad para su pueblo. Los delitos que, según el tribunal, quedaron probados son "formación de banda criminal, violencia contra la fuerza pública con resultado de muerte, y mutilación de cadáveres". Hasanna Alia está en la calle; dos de sus compañeros también, pues con dos años de prisión preventiva ha cubierto el tiempo de cárcel a que han sido condenados. Pero el resto, 23 activistas, pasarán mucho tiempo entre rejas: los que menos, 20 años, si no mueren antes; los que más, lo que les quede de vida. Los reos oyeron la sentencia en el juzgado ataviados con la darra, la túnica tradicional saharaui, en señal de reivindicación.

Hasanna Alia dice que no le asusta que se sepa el lugar en el que vive. "No me voy a esconder", asegura. Su caso es diferente al de sus compañeros: "Me detuvo la policía en 2010, en el desalojo del campo de refugiados. Me juzgaron en dos ocasiones, salí libre, no había ninguna prueba contra mí; por eso vine a España; incluso me dieron el visado sin problemas. Ahora me condenan por algo que antes no consideraron que había hecho". Observadores internacionales, miembros de entidades relacionadas con la Justicia, siguieron el juicio, en el que pudieron comprobar "la escasa solidez de las pruebas acusatorias", relata a Interviú el eurodiputado de Izquierda Unida Willy Meyer. "Ha sido un juicio político en contra de la resistencia saharaui —añade—. Yo lo he presenciado. Todo es un teatro de Mohamed VI para intentar escarmentar a la rebelión del Sáhara Occidental. Es al rey marroquí al que se debería sentar en el banquillo por ocupar violentamente el Sáhara Occidental".

"QUE ESPAÑA CUMPLA" Meyer no solo es duro con Marruecos, también lo es con el Gobierno de España: "Se desentienden del Sáhara como si no fuera con ellos. Los 24 condenados solo han hecho lo que debían, defender el derecho de autodeterminación de su pueblo". Meyer reclama al Ejecutivo que administre el proceso de descolonización, como le corresponde por mandato del Derecho Internacional: "Que tutele al pueblo saharaui y permita que se celebre el referéndum de autodeterminación". El cometido es sencillo, según Meyer: "España solo tiene que cumplir con su obligación".

El eurodiputado califica de "pantomima" el juicio contra Hasanna y otros 24 saharauis: "Marruecos no tiene jurisdicción sobre un territorio en proceso de descolonización. Se llevaron los presos a Rabat, no tomaron muestras de ADN, se han basado simplemente en las acusaciones de un agente marroquí. Han querido dar un escarmiento a los saharauis, pero han conseguido lo contrario: buena parte de la comunidad europea se ha dado cuenta de lo que han hecho. Es una sentencia desproporcionada".

La UE tampoco escapa a las críticas de Meyer: "Se lavan las manos y lanzan la pelota al tejado de la ONU, pero la misión internacional allí no hace nada, no monitorizan lo que está pasando, no sabemos bien qué pintan allí; su trabajo es sencillo, velar para que se respeten los derechos humanos, pero no lo hacen".

Hasanna Alia cree que, con la sentencia, el Gobierno marroquí quiere "asustar a la gente, demostrar que puede hacer lo que le dé la gana; quiere hacer ver a la comunidad internacional que los malos somos nosotros, pero yo me niego". Marruecos podría pedir a España la extradición del joven saharaui, pero a Hasanna no le preocupa demasiado, sabe que el Gobierno del PP tiene complicado mover ficha. "El asunto del Sáhara es un caso político, como el juicio, y no creo que se atrevan a hacerlo. Yo no tengo miedo de que venga la policía a buscarme. Lo que tenga que pase pasará", dice. Pero su mirada se empaña cuando se pregunta si volvería a su tierra. Hasanna resopla, coge aire y sentencia: "Ahora no. Me gustaría ver a mis padres, a mis hermanos, mi gente, mi país, pero es difícil volver Además, dentro de la cárcel no puedo hacer nada, pero desde fuera puedo explicar al mundo lo que les pasa a mis compañeros y luchar por ellos".

ASALTO AL CAMPAMENTO DIGNIDAD

EN OCTUBRE de 2010, el campamento de Gdeim lzik copó las portadas de la prensa internacional. Miles de saharauis se instalaron a las afueras de la ciudad de El Aaiún para protestar por la discriminación que sufrían en los territorios ocupados; por eso, y por algo más. Por primera vez, los saharauis reclamaban de forma conjunta derechos tan básicos como el empleo o la vivienda digna. Diversos expertos internacionales sitúan en esa movilización el inicio de la Primavera Árabe. El intelectual estadounidense Noam Chomsky está convencido de ello: ese fue el origen de las revueltas árabes, aunque sin el resultado obtenido en países como Túnez o Egipto. Los saharauis bautizaron a aquel asentamiento Campamento Dignidad. Marruecos no tardó demasiado en rodearlo con un muro de arena; el objetivo era claro: "Evitar la presencia de los medios de comunicación y tener controlados a los que demandaban sus derechos", dice Hasanna. Tras varios días de negociaciones infructuosas entre el Ministerio del Interior y el comité de protesta del campamento, la madrugada del 8 de noviembre de 2010 el Ejército y la policía marroquíes irrumpieron en Gdeim Izik. Hasanna no puede olvidarlo: “No se me van de la cabeza los llantos de los niños y de los viejos. Nos atacaron con helicópteros, con gases lacrimógenos, nos defendimos con lo que teníamos”. Los enfrentamientos dejaron muertos y heridos en los dos bandos. Es imposible saber el número de fallecidos en un choque que, de facto, supuso la ruptura del alto el fuego acordado en 1991 entre Marruecos y el Frente Polisario. Hasanna cuenta que ha sido detenido y torturado en varias ocasiones. En una de ellas estuvo desaparecido unos días. “No recuerdo cuánto tiempo estuve detenido”, asegura. El joven saharaui denuncia que, tras el desmantelamiento del campamento, las autoridades marroquíes hicieron centenares de interrogatorios con torturas: “Buscaban culpables, a cualquier precio. A algunos compañeros incluso los violaron con botellas”.

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