El pueblo saharaui ha abrazado una hispanidad que no ha sido reconocida. España no puede continuar eludiendo su responsabilidad histórica, política, moral y jurídica
En 1975, un Franco enfermo, un mundo en plena guerra fría y una España en transición dieron nacimiento al Sáhara Occidental. Como era de esperarse, esa combinación de factores creó un Sáhara Occidental que, a casi 40 años de la salida española, aún continúa enredado en una maraña que combina los resabios de la guerra fría con nuevos desafíos que enfrenta la comunidad internacional.
Durante décadas, el debate sobre el Sáhara Occidental ha estado marcado por los reclamos de autodeterminación por el lado saharaui y de soberanía territorial por el lado de Marruecos. Mientras tanto, la comunidad internacional ha optado por una política de paños fríos mientras el enfermo siga vivo, evitando implementar las decisiones tomadas hace dos décadas y refrendadas por las Naciones Unidas para que sea la voluntad popular la que decida el futuro de los saharauis.
El resultado de la inconsecuencia de la comunidad internacional son las violaciones a los derechos humanos de los saharauis. En agosto de 2012, participamos en una delegación internacional del Centro Robert F. Kennedy para la Justicia y los Derechos Humanos, que visito el Sáhara Occidental y se reunió con cientos de saharauis que informaron sobre las violaciones a los derechos humanos por parte de agentes de seguridad marroquíes. Desapariciones forzadas, persecuciones, torturas, detenciones arbitrarias, brutalidad policial, intimidación, golpizas, etcétera, fueron las palabras en común que todas las víctimas usaron para describir la realidad en la que se encuentran desde hace décadas frente a la inacción de la comunidad internacional.
Rabat rechaza un nuevo mecanismo de protección de los saharauis
A propuesta de los Estados Unidos, el Grupo de Amigos del Sáhara Occidental en las Naciones Unidas está debatiendo por primera vez en su historia crear un mecanismo permanente de supervisión de los derechos humanos en el Sáhara Occidental. Evitando las discusiones de las últimas décadas, que delegaron a un segundo plano los derechos humanos, la presente propuesta se basa exclusivamente en los ideales de justicia y derechos humanos que deberían guiar, sin excepción, a todas las operaciones de paz de las Naciones Unidas. Frente a estos principios, no existe ninguna justificación válida para que la propuesta no sea aceptada. La reacción de Marruecos a esta iniciativa fue cancelar las maniobras militares conjuntas con Estados Unidos previstas para finales del mes. Frente a la ausencia de argumentos basados en los principios de derechos humanos, la estrategia de Marruecos busca poner presión por otros medios al Grupo de Amigos para que no se apruebe la resolución que establece el mecanismo de protección.
España no puede continuar eludiendo su responsabilidad histórica, política, moral y jurídica con el Sáhara Occidental. España tiene una oportunidad única para desandar el camino iniciado de manera irresponsable hace casi 40 años. No apoyar la creación de este mecanismo y continuar con su mirada esquiva se traducirá en más torturas, detenciones, golpizas, desapariciones, etcétera.
El pueblo saharaui ha abrazado a una hispanidad que no ha sido correspondida. Esta semana España tiene la oportunidad de demostrar que su pertenencia al Grupo de Amigos va más allá de la formalidad de la diplomacia internacional, y que los derechos humanos son un valor esencial de una moderna hispanidad global.
Kerry Kennedy es presidenta del Centro para la Justicia y los Derechos Humanos Robert F. Kennedy. Santiago A. Canton es director del Programa de Derechos Humanos del Centro Robert F. Kennedy y ex secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
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